lunes, 10 de octubre de 2011

Llena de encantos

La palabra resonó dentro de ella casi antes de oírla: un susurro se abrió paso desde recónditas esquinas de una memoria que no era la suya ni la de él, sino de una conciencia mucho más antigua. Tal vez la hubiera leído en algún sitio. El caso es que desde aquel momento ya no dejó de utilizarla, de vestirla con su significado nuevo, de verla emerger tan orgullosa de sus labios y vivir en el universo que los dos habían creado para ella. Cuando, lejos de él, la escuchaba, percibía la monotonía de sus sílabas... pero en su mente relampagueaba un chispazo de sonrisa ante el reencuentro.
Muchas monotonías después la palabra continuaba siendo sólo suya. Y por eso, cuando creyó que él la había olvidado, decidió devolvérsela amontonada entre sintagmas: sinopsis.

domingo, 9 de octubre de 2011

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo.

Miro el blog como quien mira un mantel precioso que ha colocado en la mesa del comedor. En realidad nadie come nunca en la mesa del comedor porque esta se va reservando para los grandes días especiales o para cuando llegue esa visita que esperábamos desde hacía tanto tiempo. Alguna vez recibimos visitas, claro, y de vez en cuando algún gran día es especial, pero el mantel se cambia por otro a última hora por un instinto sentimental de reservarlo aún más para esa otra visita, o porque no se podía prever que el gran día iba a ser además especial. Cuando no hay nadie y las persianas del comedor están bajadas el mantel yace sobre la mesa, la tela toda vibrante de emoción ante su porvenir. Desde la puerta se observa una franja de luz que se cuela por la ventana, rayo asesino del color que enseguida se corre a echar a empujones bajando más las persianas.

Pues así me siento y observo mientras reflexiono si lo importante es el verde o el azul, o si es que todavía no me he marchado a Nueva York y no necesito chispas de español... o si todo es mentira and I just need a pair of eyes. Sólo espero que no sea como empezar a respirar, a enormes bocanadas sin sosiego, que sea como despertar de día y no a las cuatro de la mañana, cuando no sabes si vas en un avión rumbo a Nueva York o a un jueves revoltoso porque, en cualquier caso, todavía quedan muy lejos. Mejor que no haya más que subir las persianas.