viernes, 23 de diciembre de 2011

wishlist 2012

Una idea me asalta desde que leí el Polifemo: la de vivir en instantáneas. Cuando pienso en el 2011 lo que veo son imágenes. Como una cara de sorpresa al abrir un regalo... Al principio sólo me fijo en los ojos, que se abren más de lo normal y miran hacia la pequeña criatura mecánica que yace al fondo del papel de colores arrugados. Pero luego la escena se hace más nítida y me doy cuenta de que contemplo una habitación en penumbra, de que mi ilustre figura de los ojos abiertos y brillantes se halla sentada sobre la cama y que bajo el papel arrugado se extiende una colcha arrugada que cubre sus piernas. Al fondo hay una lámpara apagada, en una mesilla, con objetos oscuros y borrosos dispuestos a su alrededor. Recuerdo lo que son esos objetos.
Me estremezco y entonces el recuerdo atrae mi memoria hacia otro elemento de la imagen: el resplandor tenue de una luz blanca en los dedos de mi personaje. Él sujeta suavemente el papel, olvidando que está siendo observado con tal minuciosidad. Amanece, y sus nudillos reflejan débilmente la claridad recién nacida. Su piel parece la superficie de la Luna.

Por eso quiero una cámara de fotos. Y luego está un libro de esos que suponen un antes y un después en la serie de instantáneas.

- Canon EOS 550D Cuerpo Réflex Digital - 629 €

- El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa - 22 €

martes, 22 de noviembre de 2011

Una segunda oportunidad sobre la tierra

Es lo que tienen las hojas sin numerar, que al caer al suelo por descuido se desordenan. Se mecen en el aire, flotando cada vez más lejos; la caligrafía que las recorre ya no se distingue. Ahora son extrañas ante tus dedos; líneas de sangre manchan el título de alguna que tal vez tuvo intención de imponer su puesto a las demás. El filo de los folios no duda, se subleva: amenaza.

La primera plana ya fue primera plana. Las letras estaban colocadas en los mismos sitios, la tinta escaseaba al final del párrafo y el margen caía en curso irregular hasta apurar el papel. Era necesario enviar de nuevo los telegramas y hacer las llamadas enseguida, rápido, antes de que sobrevinieran titulares indeseables. Gritabas de emoción, hacías trizas todo lo que había existido después, mordías, reventabas, destruías, creabas la primera nieve del verano... Repetías todas las palabras [palabras, palabras] y efectuabas los gestos que te tocaba representar con el máximo cuidado, por si acaso un mínimo indicio os delataba y alguien se daba cuenta de que vivíais por segunda vez. Parecías torpe pero reconocías con sentimiento de experta. Siempre a punto de romperte, siempre dejando que la mímica lo impidiera, a veces en el último segundo.
Reescribiste los titulares desprendiendo el margen, estirando la tinta y ordenando las letras de frescas a secas, preparadas para convertirse en primera plana.

Una vez os dejasteis romper y ahora lo recordáis cada vez que leéis los titulares y que os saludáis como dos desconocidos. Habéis olvidado las palabras porque nunca fue primera plana pero podéis notar su vibración desde el envés de cada página.

http://www.youtube.com/watch?v=u8mTmjP-TJ0&feature=related

lunes, 10 de octubre de 2011

Llena de encantos

La palabra resonó dentro de ella casi antes de oírla: un susurro se abrió paso desde recónditas esquinas de una memoria que no era la suya ni la de él, sino de una conciencia mucho más antigua. Tal vez la hubiera leído en algún sitio. El caso es que desde aquel momento ya no dejó de utilizarla, de vestirla con su significado nuevo, de verla emerger tan orgullosa de sus labios y vivir en el universo que los dos habían creado para ella. Cuando, lejos de él, la escuchaba, percibía la monotonía de sus sílabas... pero en su mente relampagueaba un chispazo de sonrisa ante el reencuentro.
Muchas monotonías después la palabra continuaba siendo sólo suya. Y por eso, cuando creyó que él la había olvidado, decidió devolvérsela amontonada entre sintagmas: sinopsis.

domingo, 9 de octubre de 2011

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo.

Miro el blog como quien mira un mantel precioso que ha colocado en la mesa del comedor. En realidad nadie come nunca en la mesa del comedor porque esta se va reservando para los grandes días especiales o para cuando llegue esa visita que esperábamos desde hacía tanto tiempo. Alguna vez recibimos visitas, claro, y de vez en cuando algún gran día es especial, pero el mantel se cambia por otro a última hora por un instinto sentimental de reservarlo aún más para esa otra visita, o porque no se podía prever que el gran día iba a ser además especial. Cuando no hay nadie y las persianas del comedor están bajadas el mantel yace sobre la mesa, la tela toda vibrante de emoción ante su porvenir. Desde la puerta se observa una franja de luz que se cuela por la ventana, rayo asesino del color que enseguida se corre a echar a empujones bajando más las persianas.

Pues así me siento y observo mientras reflexiono si lo importante es el verde o el azul, o si es que todavía no me he marchado a Nueva York y no necesito chispas de español... o si todo es mentira and I just need a pair of eyes. Sólo espero que no sea como empezar a respirar, a enormes bocanadas sin sosiego, que sea como despertar de día y no a las cuatro de la mañana, cuando no sabes si vas en un avión rumbo a Nueva York o a un jueves revoltoso porque, en cualquier caso, todavía quedan muy lejos. Mejor que no haya más que subir las persianas.